Saturday 17 May 2014

Estableciendo conecciones en la exhibición "Pangaea: New Art from Africa and Latin America".

   Hace varias semanas tuve el placer de asistir a la exhibición Pangaea: New Art from Africa and Latin America en Saatchi Gallery para descubrir, indagar y establecer conecciones entre el panorama artístico actual de África y Sudamérica, dos continentes por los que siento gran interés y curiosidad.
   Quedé muy gratamente impresionada por la exquisités y la calidad de los artistas africanos exhibidos. Claro que no dudaba de ello, como ya pude comprobar en mi visita al African Contemporary Art Fair en octubre del año pasado en Somerset House. Y es ese continuo vínculo entre la tradición y la modernidad que establecen estos artistas a través de iconos y símbolos de la cultura africana tan vivo y palpable en sus obras, lo que encuentro realmente fascinante. 
   Claros ejemplos de esto son la manera en que se usan las máscaras en las fotografías de Leonce Raphael Agbodujelou de Benin o el pelo trenzado en la obra del camerunés Boris Nzebo, que se exhibe con orgullo y magestuosidad. Aunque estas obras tienen un toque original fruto de la exploración, manipulación y reutilización de materiales presentes en la vida diaria, como los nidos de pájaros en forma de bailarinas grotescas del sudafricano Dillon Marsh o la impresionante instalación con sacos de carbón cocidos por Ibrahim Mahama de Ghana como característica principal del nuevo arte africano. Hay que decir que esta impactante instalación es fruto de la investigación del artista sobre la condición de la oferta y la demanda en el mercado africano. Ésto tal vez lo liga a las siguientes características a continuación.
   La inevitable historia, la historia de tiempos de esplendor desvanecidos, como las "postales" hiper realistas de Vincent Michea de Dakar. La historia de violencia e injusticia, como la que muestra Aboudia de Costa de Marfil en sus collages hechos con recortes de periódicos y revistas bajo figuras humanas pintadas con colores chillones y que parecen petrificadas de terror, tiradas en el suelo urbano de Abidjan durante un giro político en su país en el 2011. Y también la historia de la pobreza, reflejada en los delicados documentos fotográficos de Mario Macilau que reflejan la cruda realidad de la vida diaria de su Mozambique natal. Todo esto hace a toda esta producción artística una marca distitiva de este continente.
   Y son algunos de estos temas los que también encontramos reflejados en los artistas latinos elegidos para esta exposición. Una de las obras que creo que engloba todos estos elementos, la historia como la reutilización de materiales, es la impactante instalación del colombiano Rafael Gomezbarros con cientos de hormigas que plagan las paredes de la galería hechas de ramas, tela, cuerdas y cráneos de yeso. Es pues una obra crítica sobre la migración diaria de millones de personas desplazadas que, como hormigas, buscan asilo y un porvenir mejor, o de los miles de desaparecidos y asesinados durante conflictos bélicos alredor del mundo. De ahí las calaberas. 
   Además, creo que se podría decir que se trata de la "insignificancia". La insignificancia de las personas normales y corrientes como las desaparecidas, anónimas, que en un momento dado en sus vidas se ven envueltos en conflictos o situaciones terribles que son silenciadas por el poder político y caen en el olvido o desconocimiento del resto. Por otro lado, y dando  una interpretación más subjetiva, estas hormigas podría convertirse en plaga que si un día se unieran, conquistarían e impondría un nuevo y necesario order en el mundo.
   En la muestra de arte contemporáneo latino también destaca un elemento urbano, como en la instalación de graffiti del peruano Jose Carlos Martinat, o la pared ladrillos del también colombiano Fredy Alzate que se transforma tomando la forma inusual y radical de una bola, que se podría asemejar a la bola del mundo, que cambia de manera también radical debido a los cambios históricos, políticos o sociales. 
   Este afán por representar estos cambios es un aspecto común que me llamó la atención sobre la muestra latina y que también se ve reflejado en la oscuridad y el caos de las obras de los artistas como el colombiano Oscar Murillo o el puertoriqueno José Lerma que se valen de las rayas, garabatos anárquicos y monigotes a bolígrafo y manchas de pintura para representar un estado mental de confusión, desorientación, frustración y la consecuente rabia debido a todos estos cambios políticos  la y tiranía en latinoamerica.



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